DIVINA SOBERBIA

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Por Ángela López

Las diferencias entre nosotros, los seres humanos, es fascinante.  Únicos e irremediablemente bellos a nuestro estilo.  Lamentablemente, alcanzar el sentimiento de aprecio hacia nosotros mismos, nos toma años de dolorosas experiencias. Cuando era niña no lograba encajar en ningún grupo, solo me gustaba estar sola en mi mundo, el cual estaba compuesto por la lectura, el dibujo y el salir a correr.  Odiaba que alguien más intentara hacerme entrar en actividades propias de la niñez, pero por otra parte, cuando veía a alguien sufrir, salía de mi burbuja para intentar ayudar.  A medida que fui creciendo desarrollé algo que desde mi punto de vista es la habilidad de calzarme los zapatos de los demás. Por eso, cuando un mesero(a) es poco amable, yo simplemente imagino un montón de posibilidades del porqué de su comportamiento; entonces, a la mala actitud, le devuelvo una cálida sonrisa. 

Sin embargo, sigo siendo una mujer muy solitaria a la que poco o nada le agradan las fiestas de amigos o reuniones familiares. Para muchos; soy soberbia, presumida, con ínfulas de superioridad. Infortunadamente, ellos desconocen lo que ocurre en mi interior y el enorme esfuerzo que hago al salir de mi hermoso universo para arriesgarme a ser criticada una y otra vez. La mayoría desconoce que mientras ellos huyen de la soledad, yo la abrazo libremente.  Sus opiniones no me molestan, al fin y al cabo, las personas solo ven la superficie e ignoran las profundidades en las que reside mi mente.  ¿Quién soy yo para criticar la miopía de alguien más, cuando yo misma debo usar lentes para ver mejor?

“En mi mundo el silencio es una cálida melodía compuesta para seducir a cada pétalo de cada rosa. En mi mundo los pájaros cantan dentro de los océanos mientras los peces bailan sobre el firmamento. En mi mundo mis pasos me llevan por apacibles senderos, mientras los lobos salvaguardan mi solitaria alma. En mi mundo el amor es mi agua y el respeto es mi oxígeno; el Sol es mi noche y la Luna es mi día. En mi mundo el blanco y el negro son apasionados amantes que dieron a luz a millones de colores. En mi mundo las letras se escabullen entre mis sábanas para ser acariciadas por mis manos; y, aunque mis palabras son mudas, siempre las escucho. En mi mundo las estrellas son El Edén en el cual mis sueños florecerán eternamente. En mi mundo la oscuridad es mi hogar, pero la luz es mi corazón.

En tu mundo, a la que reconoces como sociedad, yo la percibo como acertijo. En tu mundo, a lo que calificas como normal, yo lo llamo interpretación. En tu mundo la soledad es la temible Quimera; mientras que para mí, es el poderoso Pegaso. Curiosamente, en tu mundo soy tan solo un ser condenado por mi rareza; pero, yo, a pesar de que tampoco logro comprenderlos a ustedes, no los juzgo. Y, a pesar de que ya no tengo miedo de pisar tu enigmático mundo; te pido que no malinterpretes cuando mis ojos se pierdan en la nada, ya que de vez en cuando, quiero visitar mi dulce espacio.

Recuerda, siempre serás bienvenido en mi mundo, solo evita llevar pesados juicios en tu equipaje”.

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Finalmente, he de decir que la soberbia no estuvo dispuesta hallarme, porque Ozymandias no estuvo dispuesto a desearme. Ser el centro de atención o ser inundada por adulaciones es algo que no me identifica como ser; al contrario, entre más desapercibida pase entre las personas, más a salvo estaré. Con el pasar del tiempo he ido comprendiendo que no hay que morir de inanición por falta de autoestima, ni pecar por exceso de egocentrismo.  Lo importante; sin embargo, es sentir un amor propio tan sólido como para resistir el feroz ataque de los demás, y, tan bello como para ver la divinidad en cada ser. Si somos dioses o no, es algo que desconozco; no obstante, sí creo que todos fuimos rociados por el inmortal polvo cósmico.

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