Sin ser muy fanática de las películas de acción, he de reconocer que sentí una gran afinidad con una frase dicha en la franquicia de Rápido y Furioso (entrega 7). En una escena un tanto melancólica, Dominic Toretto le dice a Letty: “No puedes decirle a alguien que te ame”. Aparentemente esto suena obvio, pero, ¡no te creas…a veces nos obstinamos y solemos olvidarlo! Amar es sin duda una emoción que nos puede conducir a “la necesidad”, necesidad de que nuestro ser amado nos corresponda de igual manera. Sin embargo, ¿qué pasa cuando no eres correspondido? ¿Es sabio rendirse en el amor?
Debo resaltar que estoy en desacuerdo con la muy popular afirmación “En la guerra y en el amor, todo se vale”. Pienso que la palabra “victoria” en la guerra está manchada por la muerte de muchos, por eso no hay proeza en ello, tan solo vergüenza. Y si hablamos del amor, cuando nos aferramos a alguien que no quiere estar con nosotros, estamos atentando directamente contra nuestra dignidad. El amor se alimenta de su libertad, el día que intentamos forzarlo, ese día lo convertimos en un fantasma. Humillarnos hasta deteriorar el auto respeto por miedo a perder nuestra idílica “alma gemela”, no es más que aferrarnos a vivir dentro de “la Matrix”, a pesar de saber que no es real. Piénsalo bien, ¿crees que mereces vivir una vida donde lo que dejan en ti no son tiernas huellas, sino profundas heridas? Nadie tiene la autoridad de decirte si vales o no para ser amado, a no ser que le otorgues el poder para hacerlo.
En el clásico cuento de Disney, Cenicienta; sus hermanastras Drizella y Anastasia buscan a toda costa ganar el favor del príncipe azul, intentando infructuosamente que sus pies encajen perfectamente en una zapatilla que claramente no es la de ellas. Gran lección: Ni lo intentes, si no es tu talla…jamás tendrás tu “vivieron felices por siempre”. Ahora bien, si piensas que la única manera de salir de la torre del castillo custodiado por el dragón, es en brazos de un valeroso caballero, es momento de recordar lo fácil que podrías correr si tan solo decidieras quitarte las dos zapatillas de princesita. Y digo ambas, para que no vayamos a tener tan mala suerte y, la lagartija escupe fuego se nos aparezca en la puerta, anhelando calzarnos la zapatilla que torpemente dejamos en algún escalón. Por otro lado, si crees que la solución para abandonar la apariencia de “sapo de cuento”, es besando a una princesa, ¿por qué no intentas primero por deshacerte del disfraz de la autocompasión? Y con esto me refiero a que pares de llamar la atención de tu propia lástima. En realidad, el hechizo se romperá cuando mires con bondad a la persona reflejada en el agua.
No es que no crea en el amor, ¡claro que sí! Pero en un amor trabajado sobre las bases del respeto y la comprensión mutua. El enamoramiento pasa como una brisa de verano, de ahí que soñar con perfectos amores de telenovela es el origen de agudos apegos. Tenemos todo el deber de dar lo mejor de nosotros a quien es nuestra pareja, pero igualmente tenemos todo el derecho a recibir lo mejor de ellos. Endiosar a personas tan humanas como nosotros, es un doloroso error que nos desangra emocionalmente. El amor como experiencia espiritual siempre va de la mano de tu autoestima, por eso, cuando no hay amor propio, socavas el fundamento de tu relación y lo supeditas a la voluntad egocéntrica de alguien más. Es tiempo de desvirtuar la creencia toxica de la fantasía romántica… quítale la venda de los ojos al amor…muéstrate tal como tú eres, con tus altibajos, si la persona a quien amas vibra amorosamente en la misma frecuencia tuya, déjame decirte dos palabras: ¡Mis bendiciones!
Ángela López, Autora.