¡ASOMBROSO!

Mi pequeña sobrina de 15 meses es el claro ejemplo de cómo sorprenderse con la vida. Ella es feliz cruzando sus pequeños deditos, suspira y abre sus brillantes ojos cuando toca diferentes texturas, mientras que con su mirada busca asombrada el origen de los sonidos.  La hermosa Julieta –mi sobrina-, vive en constante admiración con éste, el que ahora es su mundo…De hecho, hasta mi rizado pelo ha sido objeto de investigación por parte de ella.  Y pensar que todos éramos así, con ese deseo ferviente por descubrir todo aquello que nos rodeaba; sin embargo, a medida que fuimos “aprendiendo” de qué se trataba, también nos acostumbramos a verlo como algo simple.  Aunque la pregunta es, ¿realmente sabemos el valor de cada cosa que ya hemos supuestamente descubierto? O ¿simplemente, dimos por sentado que lo entendíamos?

Un dicho bastante popular dice que, “nadie sabe lo que tiene, hasta que lo pierde”, esto fue exactamente lo que sentí hace unos cuantos meses cuando sufrí una terrible infección respiratoria. Siempre había respirado por inercia, pero ahora el terrible dolor en mi pecho me obligaba a ser consciente de cómo iba a aspirar un poco de oxígeno.  Con cada limitada respiración fui recordando cómo era mi vida antes de esta enfermedad, empecé a llenar mi mente de recuerdos de agradecimiento por aquellos días cuando el aire entraba y salía de mi cuerpo armoniosamente.  Envuelta en un espíritu de melancólica gratitud, me dije a mí misma que si recuperaba mi salud, siempre daría las gracias por un acto tan perfectamente sincronizado como el de la respiración…Definitivamente, algunas veces, ¡Para ver lo obvio, es necesario que desaparezca!

Es cierto que en un mundo donde todo gira demasiado rápido, los “pequeños detalles” suelen pasarnos desapercibidos, pero es imperativo sacar un momento para ver, oler, oír y sentir aquello que no es tan pequeño como creemos. Por ejemplo, permítete en alguna ocasión sentarte a la mesa con un corazón agradecido por los alimentos que vas a ingerir y, a continuación, deléitate con la combinación de la frescura, la dulzura o la crocancia de la comida… aprecia la explosión de sabores deshaciéndose en tu boca, cierra los ojos y sencillamente disfruta.  En la próxima visita al parque, observa esos enormes árboles que te han acompañado silenciosamente en tus recorridos, mientras tu cabeza estaba llena de preocupaciones por las cuentas por pagar, de miedo a fracasar en ese importante proyecto, de esperanza por aquel ascenso laboral, de ilusión por esa fantástica cita romántica…presta atención, ellos se encuentran justo ahí purificando el aire para que puedas pensar con mayor claridad o para que maximices el logro de tus merecidos triunfos. Alguna tarde, en tu lugar de trabajo, podrías recordar lo mucho que te gusta ser escuchado, así que… ¿qué te parece si esta vez le dedicas tiempo a aquel amigo que lleva bastante tiempo sintiéndose angustiado? Con interés genuino y respeto, bríndale lo mejor que le puedes dar alguien, la bondad de tu humanidad.

Hay innumerables eventos que nos enseñan el trasfondo de la belleza dentro y fuera de nosotros. Desde fijarte en cómo se deslizan tus dedos con gracia a través del teclado del computador, hasta deleitarte con el cálido aroma de ese café en una mañana fría de invierno.  No permitamos que aquel niño que alegremente saltaba sobre charcos de agua, se hunda en el pantano de la superficialidad. Si la vida está en continuo movimiento, entonces detente por un instante para observarla, antes que se vaya frente a tus ojos sin darte cuenta. Es mejor que algún un día puedas decir “Gracias vida, viví sabiéndolo” a decir, “Perdóname vida, viví sin saberlo”.

Ángela López, Autora.

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